lunes, 1 de octubre de 2007

Misionero de los jóvenes trabajadores


José Bustos Barra

Recordando a José Cardijn (1882-1967), el gran amigo de los jóvenes trabajadores, al cumplirse 40 años de su muerte.


"¿Qué están haciendo por la pobre y abandonada juventud trabajadora?"

El joven padre belga José no se cansaba de hacer esta pregunta en todos los encuentros de pastoral en su tierra, Bélgica, donde se debatía la cuestión operaria. Lo había jurado delante del cadáver de su padre, muerto todavía bastante joven, víctima de las malas condiciones de trabajo: su vida entera de sacerdote la dedicaría a la solidaridad con la clase operaria.

Procesión proletaria - No fue en los libros que José adquirió sensibilidad para con la triste condición de los operarios, especialmente de los jóvenes. Las escenas de la masa humana explotada por el capitalismo europeo de inicio de siglo lo marcaron profundamente desde los años de su infancia.

El mismo contaba: "De mañana temprano, antes de las cinco, yo veía operarios y operarias, en grandes grupos, caminando silenciosamente por kilómetros, rumbo a las fábricas. En las filas había muchos jóvenes, y hasta niños, que necesitaban ser empujados para que no se detuvieran. Era la procesión proletaria de todos los días, una procesión de sufrimiento y rabia, humillación y cansancio".

En casa, escuchaba los comentarios de sus padres: "¿Cómo es posible todo eso, tantos jóvenes condenados a llevar esa vida? ¡Lo que ellos necesitan es más tiempo para estudiar, en vez de ocupar su joven vida en las fábricas!".

Jóvenes protagonistas - Una vez ordenado sacerdote, José se dedicó luego enteramente a los jóvenes operarios de su parroquia. "Un joven trabajador vale más que todo el oro del mundo", acostumbraba decir.

No bastaba cualquier tipo de acción asistencial. Los propios jóvenes tenían que organizarse, en un movimiento independiente, en el cual los operarios y operarias tuviesen palabra y decisión, es decir, que fuesen protagonistas. Un movimiento profundamente enraizado en el trabajo pastoral de la Iglesia y con un fuerte carácter misionero, para ir al encuentro de otros jóvenes operarios.

Nació, así, la Juventud Operaria Católica (JOC). Surgió también una nueva figura de sacerdote: no encerrado en templos o colegios, más misionero, comprometido con hombres y mujeres en sus ambientes de vida.

En movimiento - La rápido expansión de la JOC sorprendió a todos, menos al padre José. "Bastaba darles un movimiento, conducido por los jóvenes y para ellos, y la masa de los jóvenes trabajadores y desempleados se pondría en movimiento." "Ponerse en movimiento" se volvió imperativo: asumir la vida, ser jóvenes emancipados de todo tipo de dependencia y tutela, protagonistas.

Un secreto debía garantizar que ese "ponerse en movimiento" fuese una acción eficaz, y no pura agitación: una seria formación, basada en un nuevo método, que tenía como eje tres palabras-llave: ver-juzgar-actuar. El método se difundió por el mundo y terminó influenciando la vida de toda la Iglesia.


No hay comentarios: